Por ANDREA TORNIELLI
Entrevista con el padre Antonio Spadaro, director de «La Civiltà Cattolica», sobre el viaje de Francisco a América Latina
«El Papa pide que la Iglesia sea un agente del cambio, una encima que sea capaz de poner en relación las diferencias. Y le pide que esté cerca del pueblo». El padre Antonio Spadaro, director de «La Civiltà Cattolica», que siguió cada paso de Francisco en América Latina, resume de esta manera, en esta entrevista con Vatican Insider, el mensaje que surge de los gestos y de las palabras de Francisco en Ecuador, Bolivia y Paraguay.
¿Qué pide, en su opinión, Papa Bergoglio a los obispos latinoamericanos?
Sobre todo que sean hombres de oración, expresión de esa fe que nos es transmitida como la leche materna y que ha contribuido a la identidad de estos pueblos. Y luego, me parece que los invita a ser pastores que estén cerca del pueblo, que cuiden las heridas del pueblo, evitando el rigorismo que impide ver a las personas en su concreción, porque solo atienden a las teorías abstractas. Solo un pastor que no es rigorista impide que el obispo de transforme en un funcionario. El Papa habla del «peligro de la estola», es decir de asumir un poder y considerar la estola como un poder que sitúa al pastor en una situación de superioridad y de separación.
¿Qué significa la manera con la que Francisco se reunió con los movimientos populares?
Es un ejemplo de discernimiento. El Papa sabe reconocer el valor humano y espiritual de cada realidad humana con la que entra en contacto. La relación con los movimientos populares lo demuestra: representan una realidad variopinta, hay de todo dentro. Hay instancias positivas y algunas también excéntricas. Francisco es capaz de «inspirar» los mejores deseos de todos, y hacer que salgan, dándoles una forma que después es reconocida por la gente como propia. El Papa ha absorbido las tensiones de los movimientos populares, las ha «digerido» a la luz de la doctrina social de la Iglesia y las ha sacado, restituyéndolas como una exhalación. Francisco nos enseña que no hya sitios correctos ni sitios equivocados, cada hombre debe ser valorado al máximo.
¿Y este es el modelo de Iglesia «en salida»?
El Papa pide que toda la actividad pastoral también sea apostólica, es decir que en cada actividad para el cudiado de los fieles haya una dimensión misionera, que se dirija a todos los que están afuera. Incluso cuando se cuida el propio rebaño, todo debe ser al mismo tiempo misionero. Es una configuración mental, todo debe abrirse a la misión. Las fiestas patronales y populares (para poner un ejemplo) no deben ser consideradas fiestas de la comunidad, sino ocasión de encuentro con los otros.
¿Existe una dimensión «jesuítica» de este viaje latinoamericano?
Claro. A mí me sorprendió particularmente loq ue el Papa dijo a la sociedad civil en Quito, cuando citó a San Ignacio de Loyola, para decir que el amor se demuestra más con las obras que con las palabras. Esto implica dos consecuencias: la concreción y la importancia de los procesos. La obra no es solo un hecho, sino una energía, un proceso que se desarrolla. Esto, en mi opinión, es un criterio claro para comprender al Papa: para él es importante poner en marcha procesos, es decir acompañar lo que sucede en el mundo, no dominar. Y esto hace comprender de qué manera debe estar presente la Iglesia en el mundo. En los Ejercicios Espirituales de San Ingnacio de Loyola quien no acompaña no es guía, sino los que escuchan la voz de Dios y cómo se mueve para acompañar estos procesos.
Francisco habló sobre la interdependencia de los países latinoamericanos…
Ningún estado de América Latina puede estar de pie solo. Al Papa le gusta proponer la figura del poliedro, y por eso prefirió visitar estos países en los que estos procesos son mucho más visibles. Estos contenidos no valen solo para América Latina, sino que representan criterios de adopción universal, incluso, por ejemplo, para comprender lo que se está viviendo en Europa. (De Vatican Insider/La Stampa)